LA RAMA DE PAMPLONA SATISFECHA CON KIKO VENENO



Casi 400 personas disfrutaron este Viernes del "conciertazo" que ofreció Kiko Veneno en el Auditorio Barañain. El desfile de gente comenzó nada más abrir la taquilla. Sabemos que el verano es tiempo de más tranquilidad y por ello el ambiente era propicio para l  lenar el Ambigú, el bar del Auditorio. La gente esperó con pasmosa tranquilidad a que el concierto diera comienzo tomando alguna cañita (no podía ser menos en un concierto tan veraniego).

Pero fueron esas cañitas las que hicieron demorar el concierto diez minutos porque parecía que la gente había olvidado por un momento a qué había venido. Era parte del buen rollo que se respiraba en los momentos antes del concierto. Tras esto, el público comenzó a tomar asiento expectante a la salida del maestro. Y el maestro llegó, claro que llegó... Con el Lobo Lopéz.

Una canción llevo a otra y a Kiko Veneno no le costó meterse al personal en el bolsillo. Incluso llegó a pedir palmas sin saber que no hay nada menos coordinado que 400 navarros dando palmas. Pero la ocasión invitaba a intentarlo. Y la gente se iba animando a pesar de que Veneno cantaba "Mama esto puede ser el fin". El conjunto sonaba increíble, la voz se solapaba perfectamente con una magnífica batería, una guitarra y un bajo. El ambiente prudente del inicio fue desapareciendo hasta lograr un mini siete de julio  en el que la gente silbaba, daba palmas, hacía comentarios... Incluso hubo quien se atrevió a bailar a las faldas del escenario con la complicidad del grupo, que disfrutaba viendo disfrutar. Ese "volando voy" se convirtió en una metáfora de lo que el patio de butacas estaba viviendo al compás de la música. 

La cosa estaba ya caliente, la situación era la propia de un concierto de una noche de verano. La gente estaba tan animada que entre canción y canción hacía alguna visita al Ambigú. Kiko estuvo en constante conversación con el público. Ya se había generado confianza y le interesaba saber cómo se encontraba su gente, encima y frente al escenario. La cosa iba bien, y mejor se puso cuando cantaron la historia del molesto e indestructible mosquito suicida. Precisamente esta canción con aires a los carnavales de Cádiz hizo reír al público. Una chirigota digna del cachondeo que circulaba.
Un guiño a los presentes los llevó al éxtasis al oír "La rama de Pamplona", la adaptación local de La rama de Barcelona. Todo el público ya de pie, bailando como si el Auditorio se hubiera convertido en laplaza de toros. Sabían que aquello se acercaba al final y con el último acorde hicieron ademán de despedirse. Pero era lógico que no podía ser mientras se siguiera oyendo: ¡Otra! ¡Bravo! ¡Beste Bat!
Y el artista respondió, mostró su estado de ánimo para cerrar aquella noche tremenda a través de la canción "Satisfacción". Era el broche de oro a una noche redonda y llevada hasta el extremo de que fue el público el que agradeció al cantante, aunque también ocurriera al contrario. AL terminar la canción hubo un premiado, el mismo que bajaba a bailar el "volando voy" en primera fila. Tan afortunado fue su baile que mereció una púa entregada personalmente por Kiko Veneno. Y al fin... las luces se apagaron sobre el escenario y el público cogió el relevo de la música y comenzó a cantar. Oe, oe, oe, oe... Dos magníficas horas de concierto concluían con el himno de la victoria por excelencia. 

Hasta pronto maestro y maestros.          

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